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ARTÍCULOS 2

DOS VERSIONES SOBRE EL GAUCHO CUBILLOS


Lugar en donde fue abatido Juan Francisco Cubillos, aledaño a las minas de Uspallata.


Por Carlos O. Campana y Jorge O. Campana

Muchas son las historias que se cuentan sobre la vida del bandolero “el gaucho” Juan Francisco Cubillos, quien fue ejecutado el 26 de octubre de 1895 por dos policías en un confuso episodio. Con el correr de los años, la figura del “Robin Hood” de los pobres se consagró en mito.


Retrato de un delincuente


Juan Francisco Cubillos nació en Curicó, Chile. Éste vivió una niñez dura, en una pobreza extrema y marginado de la sociedad. Ya adolescente pasó la cordillera y se estableció en el sur mendocino.
El gaucho Cubillos era de tez blanca, cabellos negros y barba castaña oscura. Tenía una doble personalidad.Era un tanto despiadado y poseía a su vez, una ternura muy especial con los niños y los jóvenes.
Su vida tuvo varios desencuentros amorosos, uno de ellos fue el haberse enamorado de la mujer del propietario de una finca en donde Cubillos se hospedaba. Al enterarse el marido de aquel romance, el gaucho se marchó pero el hombre engañado, furioso por aquella traición, le exigió a su esposa que ‘‘se suicidara’’, amenazándola con matarla si no lo hacía. La mujer tomó el arma, se internó en el campo y se ejecutó. Después de algunos meses Cubillos se enteró de aquella triste noticia.


Comienza la leyenda


A los 18 años de edad, sin ocupación, comenzó a robar para poder sobrevivir, luego vendría su primer robo en serio, cuando residía en Tunuyán.
Un día, en un caballo ajeno y acompañado por dos menores viajó a San Luis. Estando allí le robó el caballo al comisario Peñaloza. De regreso a sus pagos, la policía de Tunuyán sospechó del gaucho y lo detuvo, encerrándolo en una celda. A los pocos días los policías vieron que Cubillos se había fugado. Éstos, indignados, salieron a buscarlo pero la búsqueda fue en vano. Éste fue su primer escape.

Sus raids delictivos comenzaron a hacerse famosos, su debilidad eran los caballos ajenos. Así, que cada vez que las circunstancias lo permitían, se robaban alguno.
En una comisaría, Cubilllos estaba preso con su compinche Wenceslao Ríos. Ambos pensaron en un plan para escapar. Una noche los delincuentes vieron que el caballo del maestro de la escuela de aquel lugar, don Eliseo Puebla, estaba en la estaca del potrero de la seccional. Entonces rompieron la puerta y ambos se escaparon con el “pingo”.
Los fugitivos se escondieron en Maipú, en la casa de un chileno, pero fueron delatados por los vecinos. Fueron capturados y llevados por la policía hacia la Penitenciaría -que se encontraba en la actual calle Chile entre Sarmiento y Espejo- . Unos días después se escaparon en un excelente plan realizado por el gaucho. Posteriormente, en mayo de 1887, Cubillos ingresó otra vez y como era su costumbre volvió a escaparse. Esto causó un malestar muy grande a las autoridades que comenzaron a ponerle precio a su cabeza. Su última fuga fue el 5 de abril de 1895, junto a Juan Rodríguez -un falsificador-. Para lograrlo sobornaron a un centinela de apellido Oviedo.
En ese tiempo se estableció en las minas de Uspallata, robando caballos y repartiéndoselos a los mineros quienes lo admiraban por sus hazañas.


Una muerte injusta


El juez dio la orden de atrapar a Juan Francisco Cubillos con vida y dejarlo en la Penitenciaría. Para esa operación se envió al Paramillo de Uspallata, dos agentes llamados Juan Carrizo y Tomás Quinteros, que disfrazados de mineros, espiaron los movimientos de “el gaucho” para atraparlo. Al localizarlo, los policías no dudaron en planificar la captura. Cubillos estaba condenado a muerte, Carrizo pensó que era importante eliminarlo como le habían encargado sus superiores y no capturarlo como decía el Juez.
En la madrugada del 26 de octubre, los dos policías entraron a la pulpería y allí a una de las piezas en donde estaba durmiendo el delincuente. El ruido producido por Carrizo y Quinteros, puso en alerta al “gaucho” que se defendió de sus captores. El primero le arrebató de la cintura su daga y se la asestó en el pecho. El otro agente, le disparó a quemarropa en la cabeza muriendo instantáneamente. Desde ese día comenzaba a popularizarse el mito del “gaucho milagroso”.


LA OTRA VERSIÓN


Juan Francisco Cubillos era un ladrón y asesino


La otra cara de la historia del gaucho Cubillos dice que este hombre, marginado por la sociedad, fue un asesino que escapaba de la justicia por sus crímenes y asaltos cometidos y que murió al intentar resistirse a las autoridades que lo habían encontrado.


Un hombre sin código


Se llamaba Juan Francisco Cubillos y era de origen chileno. Cuando sólo contaba con 18 años de edad, comenzó con sus raids delictivos, en la localidad de Tunuyán que era el lugar de residencia. Allí se dedicó al cuatrerismo, robaba caballos en las estancias para luego comercializarlos. Con algunos de sus “amigos” deambulaban por la zona sur para cometer sus fechorías. Atacaban a las haciendas y asesinaban a todos los que se resistían.
Su crueldad y su despiadada forma de ser fue inimaginable por cualquier ser humano. En una ocasión y al no poder vengarse de uno de sus enemigos, marchó al rancho de éste y arrancó de los brazos de la madre a su hijo, que sólo tenía meses y lo mató golpeándolo contra el suelo con toda su furia.
En varias ocasiones estuvo preso en la Penitenciaría provincial. Su rapidez para escaparse era otra de sus especialidades. También sobornaba a los guardias que cuidaban y con otros presos se fugaba, para internarse en algunas guaridas en donde planificaba sus asaltos. Éstos era cada vez mas intensivos en los departamentos de Guaymallén, Luján, Lavalle o Las Heras.Tanto el gobierno como la opinión pública comenzaron a preocuparse.


La acción del gobierno


La alarma empezó a extenderse a toda la provincia por estos ataques que el gaucho Cubillos y sus secuaces realizaban.
Los policías lo buscaban por todos lados. Era muy escurridizo, por eso, el gobernador Moyano, ordenó la aprehensión de este inadaptado. Para los propietarios de estancias, el gaucho Cubillos fue una pesadilla. Nadie sabía en qué momento podía atacar sustrayéndoles sus caballos y pertenencias. En aquellos años conmocionó a todo Mendoza.


En busca del gaucho


A principios de octubre de 1895 la policía detectó el lugar en donde posiblemente se encontraba “el gaucho Cubillos”. El lugar era el Paramillo de Uspallata y el sitio las minas de oro. Allí era posible que pudiera dar un golpe.
Los policías fueron disfrazados como mineros a Paramillos para capturar al delincuente. En esta operación intervinieron los agentes Manuel Quinteros y Juan Carrizo. Contaban con la información que el bandolero tenía 27 años,era de contextura fuerte, tez blanca, ojos y cabellos negros y tenía barba de color castaño. En su brazo derecho llevaba tatuadas las iniciales “JC”, vestía blusa de lienzo, camiseta gris, medias y alpargatas blancas. Uno de éstos lo divisó junto a algunos mineros. El gaucho Cubillos sospechó que lo estaban siguiendo y dispuso realizar un plan para asesinar a los “milicos”.


El fatal desenlace


Durante la madrugada del 26 de octubre, Juan Francisco Cubillos atacó a los dos policías que estaban durmiendo en una de las piezas. Allí, con voz desafiante, les dijo que venía a liquidarlos. Uno de los policías le dio un nombre falso. Cubillos, le pidió que prendiera un fósforo y como no tenía comenzó a dispararle con su carabina Remington. Carrizo se lanzó sobre el cuerpo del gaucho y en el forcejeo pudo extraerle la daga que tenía en el cinturón y le dio dos certeras puñaladas en el pecho. Al instante reaccionó Quinteros, que con su revólver le disparó a quemarropa en la frente, destrozándole la cabeza.
Después de muerto, el cuerpo de Cubillos fue llevado por unos mineros para ser velado. Luego, los agentes trasladaron el cadáver a la ciudad, para que se le realizara la autopsia en el hospital ‘‘San Antonio’’. El médico constató que la muerte de Cubillos se produjo por varias heridas cortantes y por un disparo en la cabeza que le destrozó la masa encefálica. Su cuerpo fue enterrado en el Cementerio de la Capital. A pesar de que Carrizo y Quinteros fueron indagados por el juez José Zelaya, quedaron absueltos y el gobierno les pagó 100 pesos por haber eliminado a Juan Francisco Cubillos.


Conclusión


Cuando la ficción supera la realidad


Esta historia del “gaucho Cubillos” se ha hecho tan popular que, como otros personajes que murieron trágicamente, comenzó a hacerse famoso por sus poderes milagrosos. Para algunos historiadores que estudiaron con profundidad el tema solamente fue un delincuente y asesino.
Lo popular y lo científico
En 1926, el doctor Carlos Ponce publicó en el diario La Nación, un ensayo sobre la vida de Cubillos, que tiene mucho más de ficción que de realidad. En algunos pasajes lo describió como un ladrón y despiadado asesino. Esto, seguramente, fue lo que causó una de las versiones más fantasiosas que actualmente conocemos.
Años después se publicó un trabajo del historiador Morey quien, con un criterio más objetivo, dio a conocer al famoso gaucho Cubillos. Él dice que Juan Francisco Cubillos no fue un gaucho como “Martín Fierro”, ya que su origen era chileno y que en ningún momento usaba el atuendo de tal. También minimiza las acciones delictivas que Cubillos había incrementado con el tiempo.
Lo que ocurrió en su momento
En aquellos tiempos, el país se encontraba dividido en dos clases sociales muy bien definidas: los que tenían dinero y los que no tenían nada; Juan Francisco Cubillos fue un marginado social, un hombre que vivió del cuatrerismo, el único delito del que se lo acusaba. Pero sus fugas de la Penitenciaría y algunas andanzas, sobrepasaron la imaginación de todos, incluso las del gobierno, quien indirectamente lo condenó a muerte. Después vendría la adoración popular con sus milagros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un Curicano leyenda en argentina saludos muchas realidades se ven reflejadas en el