sábado

NOTAS

LA ESTANCIA DEL PARRON

Un poema con historia




Cualquiera que se precie de criollo en la Patagonia, o que haya estado en contacto con los gauchos rurales en cualquier estancia, sin duda habrá escuchado el nombre de este famoso poema gauchesco o habrá sido testigo del arranque poético de algún paisano medio pasado de copas, que invocará alguna estrofa en tono sentimental. En lugares como Magallanes o Aysén en donde la gente de campo conoce a fondo los poemas gauchos sentimentales y dramáticos como El malevo, El remate o Cosas que pasan, sin duda, el poema de La estancia del Parrón, se destaca como el más conocido y es el que siempre solicitan los paisanos a los improvisados recitadores, que bien o mal interpretan versos en algún fogón, en alguna esquila, en alguna marca, o en alguna jineteada. Este poema ha sido conocido en la Patagonia chilena e incluso en los campos de más al Norte del País desde tiempos muy antiguos y como se mencionaba ha sido recitado, en el campo y en la ciudad, en diferentes tonos, completo o incompleto, con gestos reclamativos o de brazos cruzados, con el intérprete sobrio o muerto de borracho, con acompañamiento de guitarra o a capela, etc. Sin duda se ha mantenido en el tiempo y en la memoria colectiva de los paisanos. Pero la historia del poema es sin duda curiosa, especialmente en lo que incumbe a los gauchos chilenos. Para empezar el nombre del poema nunca fue tal. El nombre original del poema, es “La leyenda del mojón”. Y esto no es ninguna broma. Ahora bien, aquí tenemos un ejemplo claro de lo que es el costumbrismo de los diferentes países y como una simple palabra puede tener significados distintos, que pueden provocar incluso la modificación de una obra poética como esta, en virtud de su adaptación a la idiosincrasia local o regional del lugar al que llega. Y sin duda este poema llegó a la Patagonia chilena desde Argentina, a donde a su vez había llegado desde Uruguay, puesto que el autor de la famosa Leyenda del Mojón, es un poeta criollo uruguayo llamado Juan Pedro López, apodado el “Pata brava” y nacido en Canelones en 1885, por eso su poema se conoce desde tanto tiempo atrás, y ha sido apreciado en el campo desde la época anterior a la de nuestros bisabuelos. Pero para llegar al corazón del los gauchos chilenos, este poema debió ser modificado, y con toda razón, por esos asuntos del costumbrismo verbal que mencionábamos antes. Y claro, es sabido que para un uruguayo o un argentino, la palabra mojón, no contiene ninguna connotación muy especial, y describe simplemente un montículo. Para un chileno, en cambio, por muy gaucho que sea, la palabra mojón describe invariablemente una pila de excremento. Por eso no es difícil imaginarse que un paisano inteligente de este lado, tuvo la genial idea de modificar el título del poema y de reemplazar la famosa palabrita de la discordia, en cada estrofa, por otra que rimara o que se pareciera, cayendo por su peso, el término “parrón” como alternativa perfecta. Así el poema originalmente llamado “La leyenda del mojón” pasó a llamarse en Chile, “La estancia del Parrón” pudiendo ser recitado en cualquier parte, sin provocar risas o tallas de mal gusto.

Con esto tenemos que los cuatro primeros versos de la Leyenda del Mojón dicen:

“Llovía torrencialmente
y en la Estancia del mojón
como adorando el fogón
estaba tuita la gente”




La versión chilena en cambio dice:




“Llovia torrencialmente
Y en la Estancia del parrón
Como adorando el fogón
Estaba toda la gente”




Y así ha sido conocido por generaciones de chilenos campesinos que lo han acomodado a sus costumbres y los han hecho suyo. Aunque el poema original haya nacido en la fecunda República Oriental del Uruguay, cuna de gauchos de ley, la versión chilena existe y le pertenece de manera indiscutible a los gauchos de este lado. Ellos por su amor al criollismo, se lo han ganado…


I. Rojel Figueroa

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